MasterChef Celebrity sigue en la vieja normalidad: poca cocina, mucho relleno y nula distancia social

MasterChef Celebrity ha estrenado su quinta temporada, la primera grabada en plena pandemia, sin mascarillas, distancia social, ni nada que recuerde la realidad en la que vivimos. Solo quizás que, con medio país en ERTE, habrá aguantado más gente hasta las dos de la mañana, cuando ha terminado la emisión. TVE siempre a tope con la conciliación.

Si criticamos la edición convencional del concurso por potenciar la parte de reality sobre la propia de un talent culinario no podemos esperar que la versión con famoseo vaya a ser el programa definitivo de gastronomía. Ya nos conformamos con echar unas risas, pero este primer programa, lento como el solo, ni siquiera ha dado para eso. El casting prometía, pero no hay ni la mitad de salseo entre los concursantes que en la pasada edición. Y ahora en vez de las palmas de Los Chunguitos hay que tragarse los gorgoritos de Ainhoa Arteta. No sé qué es peor. Bueno, sí. Esto es peor.

Respecto a la dinámica del programa, nada nuevo bajo el sol. Tras la siempre interminable presentación los concursantes, y la ya comentada cabecera de serie noventera (que es para dar de comer aparte), ha comenzado la primera prueba del programa que ha tenido al bonito como protagonista.

Ya sabemos que en la edición celebrity del concurso no importa lo más mínimo los conocimientos de cocina de los aspirantes, que en la mayoría de los casos no han frito un huevo en su vida. ¿Cómo se van a manejar entonces con un pedazo de bonito? Pues de pena.

Los aspirantes han tenido que despiezar el pescado en grupos de cuatro y repartirse las distintas piezas de un solo bonito. Ni que decir tiene que ha sido toda una escabechina y cada aspirante ha pillado lo que buenamente podía. Con la pieza escogida tenían que hacer un plato libre, pero, a mitad del cocinado, los jueces les han mandado hacer otro plato más, con el poco bonito que quedaba.

Ha habido algún marmitako pasable y un par de concursantes que al menos han logrado no presentar una suela de zapato. Nicolás ha sido el ganador de la prueba y se ha llevado los primeros 4.000 euros de premio para donar a la ONG de su elección, que ha sido Ayuda en Acción.

Aburrimiento en Jaén

En la primera prueba por equipos el concurso se ha trasladado al castillo de Jaén, reconvertido en Parador, donde han tenido que cocinar para 100 comensales un menú típico de la gastronomía jienense, pero con toques modernos.

Divididos en dos equipos, los 16 concursantes han tenido que preparar asadillo de pimientos con huevos poché, espuma de aceituna y polvo de jamón; trucha asada con salsa de coco e hinojo y aire de vermú; perdiz en escabeche con verduritas torneadas y parmentier; y, de postre, buñuelos de viento rellenos de compota de cerezas y chantilly de naranja.

El cocinado ha transcurrido entre gritos y chanzas, pero con parsimonia, sin emoción. Por supuesto, ha habido chef invitado, en este caso Paco Morales, del estrella Michelin Noor, que ha hecho el habitual paseíllo, y momento promocional del Parador, la diputación y el ayuntamiento de Jaén, que habrán pagado la fiesta. Lo de siempre.

Los platos han salido medio bien: está claro que los famosestes tienen muchas más facilidades en el programa que los simples mortales. Lo peor eran de largo las perdices, que estaban secas, sin salsa y no se podían ni comer. Así que el equipo encargado de estas, el azul, se ha ido a la prueba de eliminación.

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El chikichiki se baila así

De regreso al plató, los delantales negros han tenido que trabajar con productos delicatessen: quesos, embutidos, salazones, ahumados... Los concursantes, que no han debido ir a la compra en la vida, tenían que identificar los ingredientes: Melanie y La Terremoto, que han sido las que más productos han acertado, se han librado de la eliminación; el resto ha tenido que realizar un plato libre con los ingredientes que habían acertado y una caja con productos básicos. El chef Dani García ha supervisado el cocinado.

Los concursantes que tenían combinaciones interesantes -como Perico, que tenía queso parmesano y foie y ha hecho un arroz con bastante buena pinta- han presentado platos decentes, pero otros se han tenido que buscar la vida con resultados muy irregulares. David "Chiquilicuatre" ha presentado una especie de salpicón con aceituna, el producto que le había tocado, que no tenía ni sabor ni trabajo y ha sido el primer eliminado del programa. Ha llegado menos lejos que en Eurovisión.

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