A la carrera y casi con lo puesto, la chef Ksenia Amber (Odesa, Ucrania, 1984) tuvo que salir de su ciudad natal hace apenas dos semanas, ya con la invasión rusa de Ucrania iniciada. Moldavia, Rumanía, Madrid, Tenerife y de nuevo Madrid, donde cerrará el congreso gastronómico Madrid Fusión 2022 el próximo miércoles 30 de marzo.
Mientras tanto, se aloja de prestado en una habitación en casa de unos amigos, una pareja de actores radicados en Madrid, al tiempo que le buscan solución de acomodo a partir de abril. La intención es hacer toda una serie de cenas y comidas solidarias con chefs españoles en distintas ciudades para recaudar fondos que irán a parar a World Central Kitchen, la ONG que el chef José Andrés dirige para ayudar a los más desfavorecidos.
Las dos primeras ya se realizaron, en el restaurante tinerfeño Jaxana, curiosamente comandado por el chef también ucraniano Aleksei Prokopiv, afincado en Canarias desde hace años pero nativo de Kherson, una de las ciudades más maltratadas por la ofensiva de Putin.
Hacia el presidente ruso, en el rato que pudimos compartir con Ksenia, cuya entereza sorprende a pesar del trajín y la situación, no tiene más que reproches. "Vladímir Putin es como tener un vecino psicópata en tu edificio. Sabes que siempre va a molestar, pero esta vez ha ido demasiado lejos", lamenta la chef, una de las promesas más importantes de la poco conocida cocina ucraniana, cuyo nombre incluso sonaba para entrar en el ranking de The World's 50 Best Restaurants.
En su trayectoria, estudios de cocina en Estados Unidos, el trabajo en el hotel M1 Hotel de Odesa, ponente en Fontegro, una escuela de cocina y desde 2017 hasta este 2022, el trabajo en Slow Piggy, el restaurante en Odesa que la había catapultado a la fama local.
Ahora, en nuestro país desde hace unos pocos días, en los planes a corto plazo de Ksenia está, gracias a la intercesión de Julia Chessnokova, dedicada a la comunicación gastronómica internacional en la agencia Food and Success, y de Food Design Company, una empresa tinerfeña dedicada a la comunicación gastronómica, poner sobre la mesa la cocina ucraniana y ayudar a recaudar fondos para WCK.
¿Creíais que esto podía llegar a pasar?
Siempre pensamos que había una posibilidad, pero incluso para alguien tan loco como él creíamos que iba a ser ir demasiado lejos. Por desgracia, nos equivocamos.
¿Dónde estabas cuando se inició la invasión?
Estábamos en Kiev mi marido, que es mi social media manager, y yo, dando unos cursos de cocina francesa sobre caldos y fondos a cocineros ucranianos. Según comenzaron los ataques, cogimos un coche compartido y volvimos a Odesa.
A día de hoy, Odesa (ciudad costera en el Mar Negro, en el litoral occidental ucraniano) no está entre las zonas más atacadas por Putin, pero ya ha comenzado también la ofensiva en el oeste de Ucrania.
No, por suerte, pero es aterrador porque no sabemos de lo que es capaz y también porque creo que el patrimonio de Odesa es irreemplazable y alguien como él no se atrevería a arrasar la ciudad.
Bajo esta confianza resiliente, Ksenia (se lee 'ecsenia') habla de la acogida internacional, del patriotismo del pueblo ucraniano, de una fe en terminar la guerra pronto y en una perspectiva que, desde Europa, sorprende.
¿Cómo ha sido la acogida durante estos días?
R: Hemos notado el cariño y el apoyo de todo el mundo desde que salimos de Ucrania. Mi marido no puede abandonar el país porque los hombres en edad militar no pueden marcharse. Solo se han podido ir las mujeres y los menores, ni siquiera las personas mayores. Sufro mucho porque mis padres siguen en Odesa. Muchas personas mayores están solas porque los hijos se han ido al frente y las hijas o nietos también se han podido ir, pero ellos están solos.
¿Qué comunicación tienes con ellos?
Hablamos a través de Telegram y Facebook, sobre todo, pero es aterrador. De hecho, cuando llegué a España, justo estaban cayendo las dos primeras bombas sobre Odesa, a apenas 10 kilómetros de nuestra casa.
¿Tienes amigos que hayan marchado al frente?
Dos amigos, cocineros y restauradores, dejaron las cocinas y se alistaron para ir al frente. Por suerte, están de momento bien, pero no se sabe qué puede pasar.
¿Crees que sorprende al público internacional la reacción ucraniana?
Los ucranianos somos valientes y estamos acostumbrados a todo tipo de penalidades. Incluso no nos sorprende la agresión de Putin porque es propia del carácter ruso de ser expansivo. Siempre ha sido así.
La historia lo acredita. Rusia, de una forma u otra, siempre ha sido un país inmenso y expansionista. Los zares, la Unión Soviética, la CEI y ahora la propia Rusia.
Sí, es así, es algo que no puede sorprender tanto.
Aunque ahora hay una gran repercusión internacional y el mundo se volcado con Ucrania, la realidad es que esto no es una novedad. Cuando se apoderó del Donbás y de Crimea la situación fue parecida y no hubo un gran movimiento de condena.
Comparado con la historia, es un escenario parecido a la Alemania de Hitler. Primero entró en República Checa y Occidente se dedicó a apaciguarle y, cuando entró en Polonia, la guerra ya fue inevitable.
Es la realidad. Putin ya entró en Crimea y en Donbás y nadie levantó la voz. Es muy triste, pero confío en que esta guerra no solo acabe pronto, sino que también recuperemos lo que es nuestro.
¿Donbás y Crimea?
Sí, creo que cuando la invasión acabe, Donbás y Crimea volverán a ser ucranianas.
En un país como Ucrania, con tantos habitantes rusos, imagino que muchos de tus amigos o conocidos serán rusos. ¿Cuál ha sido su reacción?
Es lo más triste de todo. Tenemos compañeros de trabajo, empleados, amigos… y todos están callados. Viven en Ucrania y trabajan en Ucrania, pero no hablan o se manifiestan, y eso me enfurece muchísimo porque están viendo lo que está pasando.
¿Qué opinas de las fake news que llegan desde los medios rusos?
Están totalmente distorsionadas. Hablas con rusos que viven en Ucrania y dicen "¿Cómo va a haber atacado la Maternidad de Mariupol? Eso es imposible" y les tienes que enseñar los vídeos y los imágenes para que lo vean. Muchos hacen un blanqueamiento de la situación que es realmente preocupante.
Hablando de tu acogida en España, ¿qué es lo que más te ha sorprendido?
Es un país muy hospitalario y todo el mundo te ayuda. Es realmente conmovedor y las cenas solidarias han funcionado muy bien. Queremos que, a través de la cocina, la gente no solo ayude sino también nos conozca. Por eso también queremos hacer estas cenas solidarias.
¿Conocías la labor del chef José Andrés?
Sí, conocíamos World Central Kitchen antes y el trabajo que ha hecho en otras situaciones. Me encantaría conocerle en persona y creo que lo que hace tiene muchísimo valor. No solo por dar miles de comidas, sino también por dar visibilidad al conflicto y a la situación. Junto a él hay muchos ucranianos cocinando y ayudando.
En España, lo más conocido es la sopa borsch, que es la gran receta ucraniana. ¿Qué significa para ti este plato?
El borsch es Ucrania. Es una mesa compartida, es cocina casera, es hogar y es hospitalidad. Creo que es un plato que nos representa a la perfección como pueblo y como cultura, que da prueba de nuestro carácter de acogida. Ucrania es un país donde muchas culturas conviven, un país acogedor, por eso esta invasión es tan dañina.
Imágenes | Ksenia Amber / Food Design Company
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