Las grandes crisis sacan lo mejor de la humanidad, pero también lo peor. Son muchos los que, ante la emergencia sanitaria que vive España, se han volcado a ayudar a todas las personas que lo necesitan, pero otros están aprovechando la difícil situación para sacar tajada. Los primeros son mayoría, pero los segundos hacen mucho daño.
Son días difíciles para la hostelería. Con excepción del poco negocio que queda por la vía de la entrega a domicilio, la mayoría de empresas han tenido que bajar la persiana y, en muchos casos, prescindir de sus trabajadores por la vía del ERTE.
Pese a esta situación, hay empresas y cocineros a título individual que se han prestado como voluntarios para dar de comer al personal sanitario o los colectivos vulnerables.
Desde la declaración del estado de alarma, son numerosos los restaurantes que han donado el remanente de su stock a los bancos de alimentos, pero hay quién está yendo más allá.
Organizaciones como la ONG Gastronomía Solidaria se han prestado como canalizador de todos los cocineros voluntarios que quieran participar en la elaboración y reparto de comidas, y varios grupos de restauración se han unido en torno a la inciativa Food4Heroes, promovida por Grosso Napolitano, para enviar packs de comida gratuitos a los sanitarios que lo necesiten.
Hay, incluso, una iniciativa promovida en redes sociales bajo el hashtag #YoTeCocino para organizar a cualquier voluntario que sepa cocinar y repartir comida a los hospitales. Y otros negocios, como el restaurante de gasolinera El Hacho, que ha puesto un carrito con todo tipo de viandas gratuitas para que los transportistas puedan coger lo que necesiten, como puede verse en un vídeo que se ha hecho viral.
Decenas de multas a bares que siguen abiertos
Pero, mientras cientos de hosteleros se vuelcan en echar un cable en estos momentos tan duros, otros tratan de sortear el estado de alarma, poniendo en riesgo a sus inconscientes clientes, pero también a los ciudadanos que solo salen a la calle para lo estrictamente necesario. Son una minoría, pero muy dañina.
Desde que se estableció el estado de alarma, y hasta este lunes (cuando el Ministerio de Interior ofreció los últimos datos) se han puesto más de 500.000 denuncias y han sido detenidas más de 500 personas. La mayoría de las sanciones se han impuesto a personas que han salido de casa sin causa justificada, pero ha habido infracciones más graves.
Es el caso de la cometida por el dueño del bar Olímpic, en la localidad valenciana de Sueca, que ha sido multado con 26.000 euros por mantener abierto su establecimiento para ofrecer almuerzos clandestinos y cubatas.
Como explica Loreto Ochando en Valencia Plaza, fueron los vecinos los que alertaron a la policía local, que se encontró con cinco clientes que estaban disfrutando del popular almuerzo valenciano. La policía clausuró el local y, además de imponer la cuantiosa multa al dueño del bar, sancionó a los clientes con 1.600 euros por saltarse las directrices del estado de alarma.
Algo parecido ha ocurrido en Argelaguer, un pueblo de la provincia de Girona, donde un bar permanecía abierto, aprovechando el acceso a este existente desde la carnicería vecina. Los irresponsables clientes entraban a través de la tienda, mientras la persiana del bar a la calle permanecía cerrada.
Hechos parecidos se han reportado en Alcorcón (Madrid), Santiago de Compostela, Córdoba o Tarragona, donde el primer día de aplicación del estado de alarma la policía encontró abiertos 55 bares. Todos los establecimienos han sido clausurados y sus dueños multados.
Imágenes | Google Maps/El Hacho.
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